Narices famosas hay muchas y no todas se conocen por lo mismo. Las hay estéticas, menos estéticas, superlativas o insignificantes. De literatura, de cine, de publicidad, de arte… Naturales o retocadas. Grandes, pequeñas, anchas, afiladas, aguileñas. No hay ninguna que sea igual a otra y en cada rostro se ve de una manera distinta. ¡¡Prepárense, que esto va de narices!!
Narices famosas de literatura
Las letras han abordado el tema de la nariz desde diferentes ópticas. Empezando por expresiones populares como “Estar hasta las narices”, “No ver lo más allá de las narices” o “Dar con la puerta en las narices” hasta la más elevada literatura universal.
En el panorama nacional es famoso el soneto que Francisco de Quevedo dedicó a Luis de Góngora parodiando su gran apéndice nasal. Ya desde el comienzo de la composición poética queda patente la enemistad entre el autor madrileño y el cordobés.
Érase un hombre a una nariz pegado,
érase una nariz superlativa,
érase una nariz sayón y escriba,
érase un pez espada muy barbado.
Si nos marchamos a Italia, encontramos a un personaje creado por Carlo Collodi. ¿Y qué pasa con esa marioneta de madera llamada Pinocho? Cuando miente, le crece la nariz, pero si Pinocho afirma que le va a crecer y eso no ocurre, está mintiendo. Y, si es mentira, debería crecerle la nariz. Pero si le crece, está diciendo la verdad y no debería… ¡¡Un lío de narices!! Lo que sí es cierto es que cuando una persona miente no le crece la nariz pero sí le cambia de temperatura.
El dramaturgo francés Edmond Rostand narra en Cyrano de Bergerac las aventuras de un gran espadachín, muy sensible, con una nariz prominente y desfigurada. Este defecto le impide relacionarse con las mujeres y sufre por ello muchas burlas. En Medicina se denomina “Angioma de Cyrano” a una lesión en la punta de la nariz que puede distorsionar el cartílago nasal y producir importantes deformaciones estéticas. Para ello, existe un tratamiento quirúrgico que atenúa el problema.
Narices famosas de cine
La forma de vestir, el peinado y los cánones de belleza de los actores y las actrices han sido siempre imitados en su época. En los años 50 del siglo XX, cientos de chicas paseaban por las calles de Nueva York con la nariz de Hedy Lamarr. La modelo y actriz Claudia Schiffer también marcó un estilo y los cirujanos plásticos se veían reproduciendo el apéndice nasal de la alemana por doquier.
¿Quién no conoce la nariz de Barbra Streisand, Javier Bardem o Gérard Depardieu? Aunque son grandes, les confiere una personalidad en su rostro de la que muchos carecen. Esto, sin embargo, no les ha supuesto ningún impedimento en su carrera. Por el contrario, son grandes estrellas que no se plantean disminuir el tamaño de su nariz. Para muchas personas, los hombres con rasgos toscos son más masculinos. Es cuestión de gustos…
Narices famosas de publicidad
Rossy de Palma también ha sacado partido de ese rasgo de la cara tan exagerado que le ha tocado. No solo ha conseguido papeles en el cine (es una chica Almodóvar), sino que una marca de sanitarios la ha utilizado en sus anuncios, comparando la línea que dibuja uno de sus grifos con la de su nariz.
Loewe utilizó al portugués Paolo Henriques como imagen publicitaria del perfume Solo Loewe. Este modelo de cara afilada y nariz aguileña posaba de perfil ante el frasco de la fragancia. Por todos es conocido porque el anuncio se ha visto en televisión, en cine, en revistas y en los carteles de la calle durante catorce años. Este peculiar físico de Henriques se asemeja a los personajes que aparecen en los cuadros de El Greco. Es un típico “feapo”, como Adrian Brody, que a pesar de su gran nariz resulta muy atractivo.
Narices famosas de pintura
A lo largo de la historia del arte ha habido infinidad de apéndices nasales famosos. ¿Quién no recuerda la exagerada nariz de Cleopatra, la de La Gioconda o las de los personajes de El Greco al más puro estilo manierista?
En los bonitos rostros que creaba Boticelli todo armonizaba perfectamente en la cara. Los prerrafaelitas representaron a sus lánguidos protagonistas con nariz más bien grande, pero con una extremada belleza. Las felices chicas retratadas por Renoir siempre aparecen con narices pequeñas.
Por el contrario, Picasso deconstruía los rostros, los representaba desde varios ángulos a la vez y, aun así, conseguía que se reconociera a cada uno de sus modelos. Francis Bacon también se encargaba de desfigurar la fisonomía. En los cuadros de Manolo Valdés donde la cara se encuentra de frente, la nariz apenas se limita a una raya vertical o, incluso, desaparece pero no le resta ninguna expresividad a la persona.
Aunque la belleza y el atractivo son subjetivos, sí que es cierto que la armonía de un rostro se encuentra en la simetría y las proporciones adecuadas. Una nariz torcida, grande o con algún defecto congénito o adquirido la puede corregir un cirujano plástico mediante una rinoplastia.
0 comentarios