El planchado de senos

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El planchado de senos es una práctica que se realiza en países de África como Camerún, Togo, Chad, Benín, Nigeria, Guinea o Sudáfrica. Son las propias madres de las jóvenes las que queman las mamas a sus hijas  para “protegerlas” de posibles violaciones o raptos.

Planchado de senos

El planchado de senos o breast ironing

Esta dolorosa práctica se conoce como breast ironing o planchado de senos. Se trata de hacer desaparecer las mamas de las niñas con martillos, piedras, espátulas, sartenes o planchas calientes. Otra técnica consiste en aprisionar los pechos de las chicas con una correa para que no les crezcan.
Se considera que cuando las niñas africanas desarrollan el pecho están listas para mantener relaciones sexuales y tener hijos. Por eso, si las adolescentes “ocultan” el busto tendrán una apariencia más infantil y los hombres no se interesarán por ellas.
El planchado de senos lo llevan a cabo las propias madres o la pariente más próxima (tía o abuela de la niña). Los hombres quedan al margen. Esta tortura puede durar hasta 6 meses y se realiza diariamente. Generalmente, las víctimas son niñas de entre 8 y 14 años.

El planchado de senos, cuestión de tradición

Las familias africanas se aferran a este tipo de rituales como algo tradicional. Piensan que si se ha hecho siempre es que está bien. Como la ablación, en muchos lugares se ve normal. Es más, consideran una vergüenza no hacerlo.
El planchado de senos procede de Camerún y afecta al 24% de las mujeres, es decir, a una de cada cuatro. Se realiza sobre todo entre la población animista del sur. La ONU cifra en 4 millones de camerunesas que, lamentablemente, lo han experimentado.
Horrorizan testimonios como el de Manuela, una niña de 9 años a la que le han apretado el pecho para evitar que le crezca. Antes, la habían sometido a sesiones de quemado. La joven no entiende por qué su familia le hace sufrir de esa manera.

Secuelas del planchado de senos

Además del dolor que supone a las chicas, el planchado de los senos provoca numerosos problemas físicos.

  • Empezando por la piel: quemaduras, abscesos o cicatrices muy difíciles de disimular.
  • Pero también puede generar la desaparición completa del busto, la formación de quistes e incluso cáncer. Aunque las mujeres con pechos planchados puedan tener hijos, no les será posible amamantar porque no producen leche.
  • Otras secuelas que provoca el planchado de senos son de carácter psicológico. Estas son tan importantes como las físicas. Cuando las chicas salen de su entorno y ven que a otras mujeres del mundo no se les ha hecho eso, despiertan. Es entonces cuando aparecen los problemas de autoestima, depresión, estrés, pánico y complejo por el aspecto de su cuerpo.

Organizaciones contra el planchado de senos

Organizaciones como Came Women and Girls Development Organisation (CAWOGIDO) y ONU Mujeres son algunas de las que luchan contra estas aberraciones. Esta última ha incluido el ritual de quema de pechos dentro de los cinco crímenes de violencia sexual.
Existe también una asociación en Camerún que se ocupa de denunciar esta práctica. Es la Red de Tías de Camerún (Renata), formada por víctimas de los senos planchados. Su objetivo es lanzar campañas por radio y televisión para informar a las chicas de zonas rurales. Según el gobierno camerunés, el índice de casos se ha reducido un 50% desde 2005.
Leyla Hussein, de Las Hijas de Eva, es una activista somalí que trabaja por los derechos de las mujeres. Lucha para erradicar tanto el planchado de senos como la mutilación genital femenina. La ONG ha elaborado un informe en el que concluye que el 50% de las niñas camerunesas de hasta 10 años ha sufrido el planchado de senos.
El fenómeno de las niñas con los pechos quemados no ha alcanzado la misma repercusión que la mutilación genital femenina. Es todavía un secreto y las víctimas también callan. Unas veces por conformidad y otras por vergüenza. Sus madres les inculcan que es lo mejor para ellas, aseguran que les crecerán los pechos cuando sean mayores y ellas lo creen. Una burda manipulación justificando que así evitarán verse envueltas en violencia de género.
En el documental Philomene Moungang, una madre camerunesa explica cómo realizó el planchado de senos a sus hijas. «Se lo hice a las dos cuando tenían 8 años. Cogía una piedra de pulir, la calentaba al fuego y se la aplicaba con presión sobre los senos… Ellas lloraban y decían que les dolía, pero yo les expliqué que todo era por su bien». Absolutamente espeluznante.

Es evidente que esta brutal práctica supone una agresión física y psíquica a las niñas. Hay que hacer eco de situaciones como estas y, sobre todo, instruir a la sociedad. La educación sexual es fundamental para que la población cambie su mentalidad.
Las secuelas son muy difíciles de revertir en casos como el del planchado de senos. Afortunadamente, existen asociaciones que apoyan a las víctimas y cuentan con psicólogos y cirujanos plásticos que ayudan a que las mujeres recobren la seguridad en sí mismas.

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