La cirugía plástica, al igual que otras especialidades médicas, ha llamado la atención de numerosos artistas. Hoy vamos a centrarnos en la obra de unos cuantos fotógrafos de distintas nacionalidades que utilizan este tema en sus trabajos para mostrar cómo a través de la cirugía estética se halla o recupera la belleza.
El boom de la cirugía plástica en Corea del Sur fotografiado por Ji Yeo
El número de operaciones de cirugía estética en Corea del Sur está entre las mayores del mundo. Las estadísticas de la ISAPS (Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética) varían de año en año pero países como Brasil, Taiwán, EEUU, Japón y Corea del Sur siempre se sitúan a la cabeza del ranking.
Se calcula que entre un 15 y un 30% de las mujeres surcoreanas se ha sometido a algún tipo de operación para mejorar su cara o su cuerpo, aunque este porcentaje aumenta cuando se trata de menores de 30 años.
Las clínicas de cirugía plástica han proliferado ostensiblemente durante los últimos años en Corea del Sur, por su demanda interna pero sobre todo por estar recibiendo un “turismo estético”. Son sus vecinos Japón, China, Taiwán y Tailandia los principales artífices de este fenómeno.
Las chicas no solo buscan mejorar su aspecto físico si no también adecuarse a los cánones occidentales, por lo que la operación más extendida es la “blefaroplastia asiática”. Su objetivo es que los ojos sean más grandes y expresivos, eliminando su característico aspecto rasgado. La sociedad coreana se halla inmersa en una cultura en la que los hombres son juzgados por su salario y las mujeres por su belleza, por lo que consideran muy importante tener el mejor físico posible.
Cuando la fotógrafa surcoreana Ji Yeo era pequeña ansiaba operarse de arriba a abajo porque no estaba conforme con ninguna parte de su cuerpo pero finalmente no se decidió a hacerlo. Sin embargo, al enterarse de las estadísticas de intervenciones de cirugía estética en su país, decidió poner cara a las mujeres que se habían sometido a una operación. En su proyecto titulado “Beauty Recovery Room” (Sala de recuperación de belleza) retrata a mujeres recién operadas, vendadas, recuperándose, que al salir de la clínica verán cumplidos sus sueños.
La belleza a través de la cirugía plástica, según Zed Nelson
Zed Nelson, fotógrafo ugandés afincado en Londres, también se ha interesado por la industria de la belleza, que mueve en el mundo 160.000 millones de dólares al año. En un estudio se ha demostrado que la gente con un look más atractivo no solo encuentra pareja con mayor facilidad sino que obtiene mejores trabajos y recibe un trato más indulgente de la justicia.
Nelson viajó durante cinco años y visitó dieciocho países de los cinco continentes para captar una serie fotográfica denominada “Love Me” (Ámame), recogida en un libro que lleva el mismo nombre.
Este trabajo documental está compuesto por 25 imágenes que reflejan el ideal de la belleza occidental, el miedo a envejecer y analiza cómo el culto al cuerpo se ha exportado a otros países.
Personajes de “Love Me” son: cirujanos plásticos, reinas infantiles de concursos de belleza, modelos, culturistas, estrellas del porno o empresarios. Tras las operaciones, todos ellos obtienen satisfacción, unos por ser los artífices del cambio y otros por lograr mejorar su aspecto.
La vuelta a la vida de las mujeres quemadas, por William Barylo
William Barylo es un sociólogo, fotógrafo y director de cine que ha retratado a mujeres de la India a las que sus padres, novios o maridos han arrojado ácido a la cara para repudiarlas. Esta práctica es muy habitual en países de Oriente como Afganistán, Pakistán, India o Bangladesh cuando una chica, a veces todavía niña, manifiesta que no desea casarse con un hombre o cuando el marido considera que “no ha respetado las normas”.
Mediante este trabajo de corte sociológico, conocemos las historias de unas mujeres valientes que han accedido a ponerse delante de la cámara de Barylo para denunciar una situación horrible y que sirve para ayudar a otras chicas que se encuentran en el mismo escenario.
Gracias a la cirugía reparadora a estas mujeres se les puede dar una segunda vida “reconstruyendo” su cara, eliminando cicatrices y haciendo los injertos de piel oportunos. Son costosas operaciones que muchas no pueden afrontar, pero necesarias para que sigan viviendo con dignidad y tan solo un cirujano plástico es capaz de devolverles la expresión.
Manuela Henao retrata la “narcoestética” en Colombia
La fotógrafa colombiana Manuela Henao en su serie «Beauties» (Bellezas) retrata el modelo de belleza femenina imperante en Medellín. Según la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética, Colombia es el sexto país del mundo donde se realizan más tratamientos de estética. También tiene un alto índice de «turismo estético» porque las operaciones allí son más económicas.
Es frecuente que las niñas colombianas desde pequeñas deseen operarse. La presión social otorga a la mujer un rol meramente decorativo y exige, entre otras cosas, tener unas medidas de pechos XXL.
Un artículo sobre la Cirugía plástica en Colombia publicado por The Guardian desató una gran polémica porque iba encabezado con la palabra «narcoestética«. Sí que parece existir una relación entre el boom de la economía en Medellín y el empleo masivo de dinero para realizar operaciones de estética.
La artista ha manifestado en Twitter: «En esta serie fotográfica no hay ninguna foto que haga alusión a drogas o narcotráfico. Sin embargo, y aunque duela, en Colombia ha existido una gran popularidad de la cultura narco. Las mujeres de Medellín han crecido con esta clase de referentes, en los que la mujer se convierte en un aderezo del hombre y donde Sin tetas no hay paraíso«.
Lo que sí es cierto, es que en Colombia como en otros países, la estética es una de las principales preocupaciones de las mujeres. Algunas llegan a desembolsar más de 400 € al mes en tratamientos para satisfacer sus deseos de sentirse mejor con su nuevo físico.
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