La Cirugía Plástica en la Primera Guerra Mundial

Cirugía, Estética

La Cirugía Plástica en la Primera Guerra Mundial jugó un papel fundamental entre los soldados heridos. Muchos fueron los que sufrieron graves daños en el campo de batalla. Las esquirlas del metal retorcido dejaban lesiones en todas las partes del cuerpo, incluido el rostro. La forma irregular de la munición hacía que se incrustaran en la piel trozos de vestimenta acompañados de la poca higiene del frente, lo que conllevaba serias infecciones.

La Cirugía Plástica en la Primera Guerra Mundial

Las lesiones de la Primera Guerra Mundial

La Primera Guerra Mundial, al igual que el resto de las contiendas, originó numerosos muertos, heridos y tullidos. Un horror tanto psicológico como físico difícil de superar y que no debería repetirse nunca.

Antes del año 1914 las lesiones de batalla eran causadas por el fuego de pistolas pequeñas y cortes de las espadas, pero a partir de entonces, entraron en juego armas mucho más agresivas. Ametralladoras, artillería pesada y gas venenoso provocaban heridas de una gravedad inusitada.

Con estos nuevos métodos de guerra, los soldados recibían impactos en todas partes y muchas veces les quedaba desfigurado el rostro. Las trincheras protegían el cuerpo, pero la cabeza permanecía expuesta al fuego enemigo. Además, el efecto de la metralla de las granadas desgarraba la carne, originando heridas horribles y, algunas veces, hasta les arrancaba toda la cara.

 

Cómo se trataban las lesiones faciales durante la Primera Guerra Mundial

No era nada fácil tratar esas graves lesiones en el rostro. Los cirujanos solían suturar las heridas irregulares sin tener en cuenta la cantidad de carne que se había perdido. El problema estaba en que una vez que se curaban las cicatrices, la piel se tensaba y quedaba una fea mueca en la cara muy difícil de disimular.

Cuando también se veía afectada la mandíbula, los soldados no eran capaces de comer ni beber por sí mismos y a algunos se les tenía que practicar un gran agujero donde se encuentra la nariz. Esto les hacía parecer auténticos monstruos.

 

Harold Gilles, el cirujano plástico de la Primera Guerra Mundial

Harold Gillies era un médico neozelandés que estudió otorrinolaringología en Oxford. Muchos le consideran el padre de la Cirugía Plástica. Cuando le destinaron a Francia en el año 1915 conoció de primera mano las lesiones causadas por el nuevo estilo de guerra y se quedó tan impactado que buscó una forma de solucionarlo.

El nuevo método de reconstrucción facial que Gilles desarrolló en 1917 marcó el inicio de la Cirugía Plástica tal y como hoy la conocemos. Por esta razón, el ejército británico le contrató para reparar los rostros desfigurados de la guerra. Fue entonces cuando H. Gilles creó el primer hospital del mundo dedicado a tratar las lesiones faciales aplicando sus innovadoras técnicas.

En el proceso que Gilles seguía, primero reparaba la estructura ósea de la cara y después le injertaba tejidos de otras partes del cuerpo. En el caso de la nariz, extraía una tira de piel de la frente para llevarla hasta el apéndice nasal dañado y, con el cartílago de una de las costillas, formaba el puente.

Su objetivo no era solo mejorar la apariencia para que el soldado pudiera llevar una vida lo más normal posible, sino que pretendía reestablecer al máximo la funcionalidad de cada uno de los órganos. Era la primera vez que los pacientes podían elegir cómo les iba a quedar la nariz o la mandíbula.

Hay que tener en cuenta que Gilles realizaba sus operaciones antes de que el uso de los antibióticos se extendiera, por lo que el riesgo de infecciones en cada una de las intervenciones era muy alto.

Durante la Segunda Guerra Mundial Gillies fue consultor del Ministerio de Salud y organizó unidades de Cirugía Plástica en varios sitios de Gran Bretaña. Muchos otros médicos se animaron a hacer lo mismo en sus lugares de origen. Gilles también se encargó de enseñar a numerosos doctores el procedimiento de la Cirugía Plástica.

 

La Cirugía Plástica en la Primera Guerra Mundial

Gracias a Harold Gilles, la Cirugía Plástica empezó a aplicarse entre los heridos de guerra. Con mucho aún por mejorar, se consiguió devolver la dignidad a numerosos combatientes. Existen unas fotografías de pacientes cuyos rostros habían quedado absolutamente desfigurados y después de que Gilles les operara volvieron a tener un aspecto normal.

Los soldados de la Primera Guerra Mundial con graves lesiones en la cara sentían que no iban a poder encontrar trabajo ni pareja al final de la contienda. La Cirugía Plástica les ayudó a recuperar la confianza en sí mismos.

 

El rostro es la parte más visible en una persona, su carta de presentación. Cualquier defecto físico puede suponer un gran complejo y, más, cuando es de gran envergadura. Si en su cara hay algún rasgo que no le satisfaga, consulte con un cirujano plástico para que le ayude a solucionarlo.

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