Una cirugía bien hecha

Cirugía, Mama, Nariz

Una cirugía bien hecha es lo que busca tanto el médico como el paciente a partes iguales. El que opera desea obtener los mejores resultados por ética profesional, además del prestigio que le pueda suponer. Y todo el que se decide a entrar en un quirófano necesita que se vean cumplidos sus objetivos con la mayor seguridad posible.

Una cirugía bien hecha

Razones para someterse a una Cirugía Plástica o Estética

Las principales razones por las que una persona recurre al bisturí son de carácter estético o por salud. Muchos son los que anhelan mejorar su aspecto y corregir aquellas cosas de su físico que no les hacen sentir bien. Esta situación les provoca inseguridades, problemas de relación y complejos que les impiden vivir con normalidad.

El origen de esos defectos no es el mismo en todos los casos, por lo que se pueden clasificar en tres tipos:

  • Problemas congénitos. Son aquellos que se presentan desde el momento del nacimiento. Por ejemplo, el labio leporino, que tan feo hace y es fácil de disimular mediante la Cirugía Plástica.
  • Problemas adquiridos. Son los derivados de una enfermedad o de un accidente. Generan cicatrices, pérdidas parciales o totales de órganos, deformidades, etc. en lugares más o menos visibles y que también encuentran una solución en el quirófano.
  • Problemas estéticos. Cuando una persona no está a gusto con algún rasgo de la cara o del cuerpo que le ha tocado y decide modificarlo libremente. Ya se trate de unos pechos pequeños, de una nariz grande o de unas bolsas bajo los ojos, el papel de la Cirugía Plástica es fundamental.

 

Una cirugía bien hecha

Como hemos dicho antes, lo más importante es que el doctor desempeñe su trabajo con la mayor precisión. Para ello, es imprescindible que haya realizado la especialidad de Cirugía Plástica, Estética y Reparadora en la carrera de Medicina donde habrá adquirido los conocimientos necesarios. Según la SECPRE (Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética) en nuestro país solo unos 1.200 médicos que practican este tipo de cirugías poseen la titulación correspondiente. Por eso, hay que asegurarse bien en manos de quién nos ponemos ya que, a fin de cuentas, se trata de nuestro cuerpo.

Una cirugía bien hecha no tiene por qué obligar al paciente a pasar de nuevo por el quirófano. Salvo que así esté programado, en dos fases. En general, si el médico tiene unas buenas manos acertará a la primera. Las cicatrices quedarán prácticamente invisibles, conseguirá la mínima desigualdad entre los órganos que aparecen por pares y el nuevo aspecto de la persona será de lo más natural. Algunos tienen el reto de retocar sin que se note, mientras que otros quieren que se note bien.

Por otra parte, es importante que el paciente se deje aconsejar por el médico. Si le propone cosas que pueden poner en riesgo su propia vida, como las llamadas “cirugías extremas”, el cirujano estará en su derecho a negarse a llevar a cabo la intervención. El código deontológico de la Medicina se lo permite.

 

Una cirugía mal hecha

Cuando el paciente necesita entrar en el quirófano una segunda vez para mejorar el resultado, quiere decir que la primera intervención no se realizó de forma satisfactoria. Las secuelas de las malas praxis se traducen en órganos que se pierden o se caen, cicatrices indeseadas, deformidades y asimetrías.

La mayoría de los desastres estéticos en las mamoplastias se producen porque no se han colocado los implantes adecuados. Si son demasiado voluminosos los senos se descolgarán muy pronto. En este caso, habría que cambiar las prótesis por otras de menor tamaño y combinarlo con una operación de levantamiento de mamas. Otro problema que también puede surgir es el encapsulamiento de los implantes, lo que obligará a sustituirla por otros.

La rinoplastia es otra de las intervenciones que más problemas da si no han sido bien realizadas: Además, no aguanta prácticamente ninguna modificación. No hay más que recordar el aspecto del cantante Michael Jackson. Tras casi cien operaciones perdió definitivamente su nariz y le tuvieron que poner una artificial.

Muchos de los errores derivados por una mala praxis en Cirugía Plástica o Estética han acabado en los tribunales. Algunos pacientes han visto arruinado su aspecto físico al habérseles practicado un tratamiento incorrecto o haber sido operado por personas no cualificadas.

 

Hay que tener en cuenta que entrar en un quirófano siempre entraña algún riesgo, por lo que no hay que fiarse de las ofertas ni de las clínicas low-cost, que siempre resultan mal. Antes de decidirse por un profesional u otro debe contrastar información, tener una cita con él y consultar todas sus dudas. Es imprescindible estar bien informado y conocer los pros y los contras de cada operación. Solo un buen cirujano plástico con su correspondiente titulación podrá llevar a cabo este tipo de intervenciones.

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