Una forma de Cirugía Plástica durante la época prehispánica

Cirugía, Estética

Existía una curiosa forma de Cirugía Plástica durante la época prehispánica. En realidad, no se trataba de una cirugía como tal, sino de una simulación. Consistía en insertar adornos en el rostro para modificar su apariencia y, de paso, mostrar la posición social de la persona que los llevaba.

Eran joyas más o menos aparatosas que se colocaban tanto en la nariz como en las orejas o los labios. Algunas de ellas no tendrían nada que envidiar a los piercings o los grandes dilatadores de orejas actuales…

Hemos podido conocer la existencia de estos adornos gracias a los enterramientos, donde los arqueólogos han hallado bellas piezas de orfebrería entre los restos del fallecido. Las joyas de las que hablamos se conservan y exhiben en valiosas colecciones de todo el mundo como el Museo del Oro de Bogotá (Colombia) o el de Oaxaca (México), entre otros.

Cirugía Plástica durante la época prehispánica

¿Cuál era la función de las joyas en el rostro durante la época prehispánica?

Como hemos mencionado anteriormente, colocar estos adornos en la cara tenía una doble intención.

  • En algunos casos, su sentido era puramente estético. No solo eran unas preciosas piezas muy bien trabajadas, sino que potenciaban un determinado rasgo de la cara. Normalmente, se trataba de joyas muy grandes que era difícil no ver.
  • En otras ocasiones, lo que se pretendía era dejar clara la posición social de la persona que los portaba. Además del rostro, se colocaban vistosos colgantes, pectorales y pulseras que también indicaban la jerarquía del poseedor.

Una forma de Cirugía Plástica durante la época prehispánica

Las joyas en el rostro durante la época prehispánica actuaban a modo de “correctores estéticos” en países como Colombia, México, Ecuador y Honduras. Las más comunes se aplicaban en la nariz, en las orejas y en la boca.

Joyas para resaltar la nariz: narigueras

Las narigueras eran una especie de colgantes que se ponían en la nariz. Estas piezas se creaban mediante la técnica del martilleado de aleaciones de cobre y oro. Había una gran variedad de modelos y formas: redondas, triangulares, rectangulares, etc. Las narigueras cilíndricas producían el efecto de levantar la nariz para asemejar una aleta nasal de murciélago. Otras, convertían la nariz en una especie de hocico e, incluso, les colocaban bigotes u otro rasgo de animal.

Se insertaban a un lado u otro de la nariz o a través del tabique que separa las fosas nasales. Para sujetarlas, había que practicar un corte en el septum, la parte interna de la nariz, porque es un cartílago muy delgado. La perforación la hacía un sacerdote en una ceremonia pública. La persona a la que se le practicaba no debía dar muestras de dolor para que quedara claro que era valiente y merecía ese honor.

En algunas culturas, como la mexica, los guerreros usaban las narigueras para proteger el puente de su nariz en las batallas. Los mayas se colocaban las joyas más caras que podían permitirse para dejar patente su rango.

Joyas para resaltar las orejas: orejeras

Las orejeras servían para enmarcar la cara del portador, mostrar su dignidad e, incluso, se podía averiguar su identidad. Las viseras metálicas simulaban las membranas de las orejas.

Para colocar las orejeras se perforaba y dilataba el lóbulo de la oreja, que es muy flexible, hasta conseguir el tamaño deseado. Estas piezas constaban de una sección cilíndrica (que quedaba oculta pues se insertaba en el lóbulo) y un frente (lo visible), que podía ser de forma circular, cuadrado o de gancho.

Joyas para resaltar la boca: adornos sublabiales

Los adornos sublabiales eran unas elaboradas piezas que se aplicaban por debajo de la boca. Eran una seña de dignidad e indicaban que la persona había conseguido los méritos necesarios para llevarlos.

Estas joyas imitaban la carnosidad del labio inferior, que siempre es más grueso que el superior. Estaban realizados en oro, cristal o piedra y con formas variadas: redondas, cuadradas o figurativas. A veces, imitaban unos labios pequeños, pero las más grandes representaban cosas de lo más insospechado, por ejemplo, un animal, un ave o un falo.

La colocación de este ornamento también era dolorosa. En una ceremonia pública se realizaba una incisión dentro del labio inferior con un cuchillo de obsidiana. En ese momento se introducía el adorno para que la herida se cicatrizara y no llegara a cerrarse.

En la época prehispánica estas joyas se denominaban bezotes. En la zona chocó (Colombia) y la mexica (México) se han encontrado numerosos yacimientos cuyos difuntos portaban dichas aplicaciones sublabiales.

Es evidente que estas prácticas de la época prehispánica para potenciar los rasgos en nuestra cultura serían impensables actualmente. Solo se utilizan los piercings y los dilatadores de oreja con una función estética, no correctora. Gracias a la Cirugía Plástica, que cuenta con grandes profesionales, es posible mejorar el aspecto físico de las personas y ayudarles a recuperar su autoestima.

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